Javier Moya Rufino / Aracena
Carmen Romero de la Osa asombró al numeroso público asistente en la mañana de ayer en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción con su pregón de la Semana Santa de Aracena que quedará para la historia como uno de los más recordados.
Es la segunda mujer que pregona la Semana Santa aracenense y lo hizo bajo la seguridad, emotividad y sentimiento en el amor a Jesucristo como reflejo de la pasión viva de la localidad en su gran Semana de Pasión y sus seis Estaciones de Penitencia.
En torno a las 12. 20 del mediodía comenzaba Pepa Romero la presentación de su amiga en honor a la amistad entre ambas. De Carmeli, como se conoce a la pregonera en Aracena, destacó su sentido del humor, responsabilidad, creación artística y sus encuentros continuos en los actos religiosos y catequesis. Además alabó su labor con los más necesitados refrendada con el liderazgo y dedicación a ultranza de Manos Unidas en su pueblo.
Carmeli empezó su pregón de forma particular en agradecimiento por esta posibilidad de anunciar la fiesta en voz pública y sin olvidarse de los ancianos y enfermos. Incluso realizó un poema en amor a la Virgen muy sentido y aplaudido con motivo de la Coronación Canónica de la Virgen del Mayor Dolor, Patrona de Aracena.Después por riguroso orden de salida iba haciendo alabanzas a cada una de las seis hermandades procesionales en la localidad junto a diversos colectivos protagonistas del tiempo de pasión cofrade. Entre ellos costaleros y capataces, jóvenes y sus madres, los ancianos y sus cuidadoras capaces, junto a la mujer como bandera para luchar por la vida como nadie.
En el Domingo de Ramos se centró en la ilusión infantil y el sentimiento religioso desde pequeño con el discurrir de la hermandad de la Borriquita. Incluso hizo alusión a la importancia de la Semana Santa Chica para la cantera cofrade.
El Miércoles Santo era el momento de reseñar el amor y el perdón por los demás bajo la referencia del Divino Redentor Cautivo. La tarde de Jueves Santo con la cofradía de la Vera Cruz sirvió como excusa perfecta para recordar a las personas más necesitadas. Por supuesto el amor por la patrona de Aracena que será coronada el próximo 11 de septiembre, y a su vez, por todas las madres en particular y mujeres en general.
La Madrugada de Viernes Santo era el momento de reconocer a dos ámbitos tan particulares de esta hermandad y únicos en la Semana Santa. Por un lado la Centuria Romana y por otro la Verónica donde de nuevo aparece la mujer. Hasta hizo alusión la bajada a Santo Domingo como uno de los barrios más humildes del pueblo y origen de dicha cofradía. El Viernes Santo también es el momento de los Santos Oficios y en ver la importancia de la muerte con el paso silencioso de la cofradía del Cristo de la Plaza.
El Sábado Santo pone el broche con la soledad de un pueblo que se ve vacío por el fin de su fiesta grande, aunque con la esperanza de vivir el Domingo de Resurrección porque como finaliza Carmeli con su pregón “es verdad que hay otra vida, porque hubo Resurrección”.
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