Javier
Moya Rufino / Aracena
Pan
de pueblo y artesano. Una premisa cada vez menos frecuente y que el cliente
siempre busca, al menos desea, cuando va a comprar el pan. Sí a esto le
añadimos el matiz importante de hecho en horno de leña la posibilidades se
reducen aún más.
Pese
a todo en muchos pueblos de la Sierra de Aracena el pan se hace, quedando cada
vez menos panaderías en activo, como se ha venido haciendo de toda la vida de
generación en generación.
Por
supuesto hacer el pan de forma artesana no quita que las herramientas y
maquinaria faciliten y acortan el trabajo. Pese a todo hay cosas que tienen que
ser realizadas a mano con los ingredientes fundamentales para hacer el pan;
harina, levadura, agua y sal.
Y
sin duda alguna uno de los aspectos más determinantes a día de hoy, luchando
con la excesiva producción del pan que se vende en las grandes superficies, es
la materia prima y forma de elaboración para determinar sí el pan es casero o
no.
En
este sentido en Aracena la noche antes del día del patrón San Blas, 3 de
febrero, una panadería de las varias que hay en el pueblo, alternándose cada
año por determinación del Ayuntamiento, realiza unas 1.300 rosquillas de pan,
más conocidas en el pueblo como “roscas de San Blas”. En esta ocasión el turno
y privilegio le ha correspondido a Panadería Barzabal, una empresa que elabora
el pan de forma artesana y con horno de leña. Su máximo responsable Santiago
Barzabal comenzó la noche antes del pasado día 3 de febrero su actividad antes
de tiempo (incluso por primera vez al no ser el día 3 jornada festiva en
Aracena tuvo que hacer las 1300 rosquillas más el pan para el día siguiente).
El trabajo de panadero se realiza siempre de madrugada, pero en este caso el
trabajo fue doble e incluso el día del patrón fue un sábado, día más comercial
en Aracena, y eso hace que las panaderías hagan por lo general mucho más pan
que una jornada entre semana. El sábado en Aracena provoca la visita de muchos
serranos para realizar sus compras de la semana y de visitantes, al ser un
pueblo turístico, que aprovechan entre
otros menesteres para llevarse pan de pueblo para toda la semana e incluso más
tiempo.
Para
las rosquillas de pan fue necesario que además de los trabajadores habituales
en el horno se incrementara con otros miembros de la plantilla. Un buen equipo
de trabajo que no paró durante algo más de dos horas para hacer las 1300 roscas
que regala el Ayuntamiento a todo el pueblo, repartiéndose durante la misa del
patrón en la Parroquia tras ser bendecidas, para proteger a los aracenenses de
los males de garganta, pecho y oídos al ser San Blas según el santoral el
protector de la garganta.
Una
de los comentarios más habituales haciendo pan es la temperatura que hay en la
habitación donde se ubica el horno. Y en estas frías noches en Aracena y toda
la Sierra resulta curioso ver a trabajadores en manga corta e incluso sudando
de calor. En el interior del horno la temperatura debe rondar los 300º y las
dependencias aledañas tenían una temperatura muy agradable. Trabajo intenso y
de concentración, tanto para controlar el tiempo del pan dentro del horno, que todo
esté a su punto, el peso de la masa en cada caso, elaboración de las formas a
su vez, y por supuesto el número de encargos para el día siguiente.
Tras
las rosquillas de pan fue el turno de hacer el pan del día siguiente; el pan
grande de kilo, el mini, las barras, bollos, baguettes, roscas, entre otras
formas y nombres variopintos.
Y
tras una larga noche de trabajo, habitualmente comienzan sobre las tres o
cuatro de la madrugada pero en este caso lo hicieron a las diez de la noche,
viene el momento del reparto del pan por los negocios de Aracena e incluso
llevarlo a otras aldeas y localidades vecinas. Y también como ocurre con otras
panaderías de pueblos, también en el caso de Barzabal, poseen su propio
despacho de venta de pan a diario. En la zona salvo el caso de Fuenteheridos, que
hace pan toda la semana, en el caso de Aracena se hace pan de lunes a sábado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario