Javier
Moya Rufino / Aracena
La
oficina de la Caja Rural del Sur de Fuenteheridos cierra sus puertas. Es la
última oficina de esta entidad en la comarca serrana y Cuenca Minera, junto a
una larga lista en los últimos años, que echa el telón.
Una
vez más la Caja Rural ha decidido cerrar una oficina en un pueblo pequeño de la
provincia de Huelva donde hay pocas oficinas. En Fuenteheridos hay dos oficinas
bancarias al haber también de La Caixa, pero en algunas localidades sólo había
una oficina y era de esta entidad tan vinculada al mundo del campo como es la
Sierra.
Sí
es cierto que la Caja Rural está cambiando las oficinas por cajeros modernos,
pero en estos pueblos buena parte de la población es mayor y no utilizan por
desconocimiento e inseguridad los cajeros pese a tener la última tecnología para
el bien del cliente.
En
el caso de Fuenteheridos ya hubo hace meses un intento serio de cerrar la
oficina y como ocurriera en otros pueblos al final lo ha conseguido. En este
caso fue una actuación política y en otros ha sido de la ciudadanía. Hubo
pueblos que lograron posponer el cierre por la presión mediática, pero al final
la entidad siempre cerró la oficina. En Fuenteheridos se están recogiendo
firmas aunque según fuentes oficiales la entidad tiene la decisión tomada y no
servirán de nada.
La
realidad de Fuenteheridos es por culpa de imposiciones del Banco de España y la
existencia de pasivos, es decir, que la oficina cuenta con un número importante
de clientes e incluso de una cantidad económica destacada, pero al no haber
apenas movimientos económicos no es rentable para la entidad y las pérdidas económicas
se van incrementando cada mes.
La
realidad es que un pueblo tan importante turísticamente y visitado como
Fuenteheridos seguirá teniendo su oficina de La Caixa abierta entre semana y un
cajero de dicha entidad en pleno centro y un cajero de la Caja Rural. La
oficina más cercana de esta entidad es Aracena, ya que Galaroza cerró la suya
hace dos años. Además ha habido otros pueblos afectados y en ningún caso se
pudo conservar la oficina a largo plazo pese a la presión ciudadana.
Seguramente ahora la Caixa, como ha ocurrido en otros pueblos, ganará clientes
sin ninguna campaña de comunicación de ni de publicidad.
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