DESPEDIDA
Quiero hacer uso de la palabra por última vez en este
Pleno para comunicarles que he decidido dejar definitivamente mi Concejalía en
este Ayuntamiento. Doy así por terminada una etapa que a mí misma me
resulta un poco, digamos, extraña.
Porque a
mí nunca, jamás, se me había pasado por la cabeza participar en la política
activa.
Si asumí este compromiso, que me llegó de manera imprevista
y casi por sorpresa, fue porque no supe o, más bien, porque no pude negarme a
la insistente invitación de Enrique Castaño y Antonio Maíllo, amigos y
compañeros en la docencia. Ambos fueron Directores de nuestro Instituto “San
Blas”, con una eficiencia y ejemplaridad profesional fuera de toda duda; y,
compaginándolo con su tarea como profesores, también fueron ejemplares como
políticos de Izquierda Unida al servicio de Aracena con entrega, desinterés y
constancia. Ellos me convencieron de que, después de 38 años dedicados a la
enseñanza en nuestro Instituto, una vez jubilada, podría yo seguir aportando
algo a la ciudad desde un nuevo compromiso, diferente del educativo.
Así
es como, sin haber disfrutado apenas de la jubilación, me incorporé a la lista de Izquierda Unida en
2007. En ese empeño he desarrollado mi esfuerzo durante estos cinco años y
medio (el tiempo que se invierte en hacer una carrera universitaria). De
manera que mi participación en la política, que en principio iba a ser por una
legislatura, se ha alargado más de la cuenta.
Porque
yo siempre he entendido la política como un servicio a los demás y no como una
profesión de la que se viva; es preciso acceder a puestos institucionales con un
sentido de provisionalidad y sin apego al cargo; y sobre todo, es importante reconocer
en el termómetro del corazón, tanto el momento de incorporarse a la actividad
institucional como el momento de retirarse, siempre desde el compromiso adquirido
con Aracena y comarca en 38 años dedicada a la educación.
Me voy en un momento complicado y
preocupante en el que quienes nos gobiernan en España y en Europa parecen aprovechar
la crisis económica para desmantelar los derechos sociales que aún tenemos: asistimos
a un ataque a la educación pública que siempre he defendido de forma
inalterable; un ataque a la sanidad para su privatización, frente a lo que
tenemos que oponernos; un ataque a los servicios sociales de atención a los que
más lo necesitan. A favor de ellos ha sido siempre mi compromiso y espero que
siga siéndolo. Defiendo una sociedad más justa, solidaria, tolerante y que se
sienta partícipe colectiva de un esfuerzo común.
Estos
casi seis años han sido para mí difíciles, complicados y, todo hay que decirlo,
no demasiado gratos. Es verdad que me ha gustado hablar en la calle con la
gente que me exponía sus necesidades e inquietudes para que las trajera
aquí; pero no creo descubrir nada nuevo si
digo que lo he pasado mal a veces en las reuniones y en los Plenos. Confieso
que he temido el día de los Plenos, que me ha hecho sufrir el ambiente tenso,
lleno de aspereza, falto de naturalidad, en el que cualquier aportación nuestra
de forma constante ha sido interpretada como un ataque o descalificación al
equipo de gobierno, como un intento de minar su estabilidad y con frecuencia,
de forma desproporcionada, se nos ha acusado de tergiversar y manipular la realidad
y de confundir intencionadamente a los ciudadanos.
Eso me produce lástima. ¿No es posible imaginar a trece personas
reunidas en torno a una mesa, en un clima distendido y afable, para buscar,
desde sus lógicas diferencias, desde sus diversos enfoques y puntos de vista y,
por supuesto, desde sus distintas cuotas de representatividad ciudadana, para
buscar, digo, las mejores soluciones para el bien común de los ciudadanos? ¿O
acaso idear eso es una ingenuidad y una completa utopía?
He
intentado hacerlo lo mejor posible dentro de mis escasísimas cualidades para la
política. Pero es claro que esto no es lo mío. Debo de ser demasiado emotiva o, como dirían
en Granada, “mu sentía” y eso parece un serio obstáculo para la política.
De todos modos, también he aprendido muchas cosas en
estos años. Y he “descubierto”, con sorpresa, a muchas personas, para bien y
para mal.
Quiero
agradecerles a mis compañeros de Izquierda Unida su espíritu de equipo, su
amistad y el ánimo y empuje que han sabido transmitirme en los malos momentos. Gracias también a cuantos en este Ayuntamientos han
facilitado mi trabajo y me han tratado con afecto y amabilidad. Y, por supuesto
y sobre todo, gracias a los ciudadanos de Aracena que han depositado su
confianza en los que integramos el grupo de Izquierda Unida.
Por todo ello, después de pensarlo y repensarlo, he
decidido dejar mi puesto. Quiero iniciar, ahora de verdad mi jubilación y
dedicarme a otras cosas con más tranquilidad y sin otras preocupaciones.
Y ya
termino. Me resulta curioso: este cuaderno que me entregó Antonio Maíllo en el
primer Pleno al que asistí -en julio de 2007- se está acabando, solo le queda
una hoja. Ha alcanzado justito hasta el día de hoy. Yo lo siento como una
señal, como un símbolo de que es el momento de cerrar este cuaderno y, con él,
el capítulo de mi paso por aquí. Así que cierro el cuaderno y les dejo para
siempre.
Momento del último pleno, justo cuando Angustias lee su renuncia al acta de concejal. En la última bajo la mirada del resto de concejales de su partido (IU) / J.M.R.
Aracena, 25 de septiembre de 2012
Fdo.: María Angustias Gil
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