MUJER CATALANA BUSCA A SU MADRE BIOLÓGICA EN LA SIERRA

Una mujer catalana busca en la Sierra a su madre biológica

Javier Moya Rufino / Aracena

Una mujer de Barcelona, Inmaculada Salvadella Rull, está presente en la localidad de Aracena en busca de su madre biológica. Tras nacer fue adoptada por una familia catalana y tiene indicios que su madre pudiera ser de la comarca serrana.

Inmaculada nació el 22 de febrero de 1966 en el Hospital de San Cosme y San Damián en pleno centro de Barcelona tras su madre haber estado durante varios meses encerrada en el Hogar Santa Isabel bajo la gestión de monjas de la congregación de las Siervas de la Pasión. Concretamente, esta mujer estuvo en Barcelona desde otoño de 1965 hasta marzo de 1966. Entonces tenía entre 30 y 40 años de edad y según los cálculos de Inmaculada ahora mismo podría tener entre 75 y 85 años. Una adopción legal, contando con la partida de nacimiento y la escritura propia de una adopción. En la propia partida sólo aparece el nombre de Inmaculada con los apellidos de los padres adoptivos, fecha de nacimiento y el lugar del mismo.

Partida de nacimiento / FUENTE

Su madre biológica llegó a Barcelona y tras estar varios meses recluidas en el Hogar de Santa Isabel recibía la visita cada semana o quince días de una mujer que le comentaba lo más importante desde el punto de vista cultural, histórico y gastronómico de Barcelona como coartada para cuando volviera a su pueblo. La escasa información que sabe Inmaculada viene por esta mujer y algunos comentarios de las monjas a su madre pese a que tenían prohibido hacerlo. Entre estos datos sabe que su madre biológica procede de un pueblo de Huelva y por la acentuación sería más bien de un pueblo de la Sierra. Incluso sus nombres podrían ser Josefa o María.

La llegada de su madre a la ciudad condal llegó también con la recomendación del cura del pueblo con el mensaje a las monjas de que no volviera con su hija bajo el brazo sino que llegara de vacío.

Inmaculada ha venido a la Sierra con el “objetivo de conseguir una de las piezas que le falta en su vida, conocer sin reproche alguno y bajo la comprensión de su madre adoptiva, a su madre biológica. Para ello cualquier posible información o comentario que algún vecino pudiera saber le sería de gran utilidad, especialmente, desde el punto de vista sentimental”. De hecho afirma que “seguramente en el pueblo de su madre biológica levantaría algunas sospechas la ausencia durante varios meses de su casa”.